TU TALENTO TE LLEVA LEJOS





02.02.2019





¿Qué habilidades específicas, especiales y de valor para otras personas posee usted? ¿Qué ha logrado hasta ahora con ellas? ¿Tiene quizás un anhelo pendiente de realizar? ¿Dependerá este acaso de un uso diferente o mayor de su talento? ¿Podría concretar esa aspiración en su actual lugar de trabajo? ¿Valoran en él su contribución o percibe que restringen su potencial? ¿Es su situación de crecimiento, estancamiento o decrecimiento? ¿Qué hará al respecto?


En diversos momentos de su vida, sin importar su edad, posición o circunstancias, conviene que una persona se formule esas preguntas. Así verifica si su pasión por algo está viva y concretándose, aspecto crucial para autoafirmarse y materializar su impacto en la sociedad. Poseer talentos sin pasión, sin poder usarlos e intensificarlos o −peor aún− sin la oportunidad de disfrutarlos, solo induce al atrincheramiento en una zona de confort o de prolongada resignación.


El talento no es solo sinónimo de aptitud. También involucra una incisiva capacidad para aprender de los desafíos, un bagaje de conocimientos y creaciones, un acervo de competencias, desarrolladas con disciplina. Además, una inteligencia emocional que abastece la resiliencia y el discernimiento de con quién y cómo utilizar ese talento, sin claudicar a los principios ni a una visión de vida. Talento es la confluencia de aptitudes y actitudes que agrega valor a otros.


Lograr un uso más amplio, racional, rentable y armonioso de las idoneidades propias requiere de reflexión y determinación. En ese sentido, César García-Rincón de Castro, sociólogo, hace una analogía entre los dedos de la mano y el emprendimiento. ¡Veamos! El pulgar representa las fortalezas personales, esas sobre las cuales se puede evolucionar, innovar y construir un gran futuro. El índice es el que −al salir de la zona de comodidad y renunciar a los apegos− establece una nueva hoja de ruta, inspira la visión y da dirección a mejores formas de explotar el talento.


El dedo corazón, por su parte, simboliza el sentimiento que se imprime a los proyectos, al alma que desata la pasión capaz de superar las adversidades y las voces negativas de otros. Es la fuente de la autoestima, de la perseverancia y de una conciencia serena. El anular encarna las alianzas: define “con quién sí vale la pena…”, es la conexión con socios basada en la lealtad y la verdad; también se dibuja en el compañerismo, las redes de contactos y las relaciones con los clientes. Finalmente, el meñique personaliza la agilidad, la sagacidad, el llegar a donde otros no se atreven o no pueden; es la minuciosidad con la que se avanza hacia el perfeccionamiento de los talentos.


A la palma de la mano llegará la cosecha del buen hacer y del recto actuar, los frutos del esfuerzo por cristalizar −más allá de lo económico− un legado y una misión personal. Los talentos no son un fin, sino un medio para disfrutar y expresar quiénes somos y la huella que dejamos, uniendo profesión con vocación. Entonces, como bien lo afirmó Buddha: “Tu trabajo es descubrir tu trabajo y entonces dar todo tu corazón por él”.


Concluimos tal cual empezamos, con interrogantes: ¿Está usted yendo tan alto como sus talentos? ¿Siente la tentación de cambiar o soltar algo y saltar? ¿Qué se lo impide?